PRIVATE EQUITY
El Private Equity (PE), por su relevancia, 3,5 billones de dólares gestionados, así como por sus peculiaridades, se ha ganado la consideración de un ‘Asset Class’ en sí mismo. En anteriores artículos se han enumerado sus principales ventajas: rentabilidades superiores, menor volatilidad,… Y también algunos de los retos: mayor complejidad, dispersión en las rentabilidades de los diferentes gestores o iliquidez del activo. Por ello, PE es un activo muy atractivo pero requiere establecer un programa de inversión propio con sus peculiaridades respecto a las de otros ‘Asset Classes’.
No podemos comprar y vender PE desde la pantalla de un ordenador en la que recibimos y analizamos información, vemos cotizaciones y ejecutamos órdenes. A pesar de que rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras, confiando en ellas nos podemos sentir cómodos con nuestras decisiones de inversión. Sin embargo al igual que el navegante experimentado sabe que para trimar las velas de un barco no basta cazar o largar la escota, sino que hay infinidad de ajustes adicionales, driza, contra, pajarín,… que nos darán ese plus que nos hará ganar la regata, el inversor experimentado en PE sabe que hay muchos más factores a analizar.
Debemos considerar la dispersión en las rentabilidades, cómo se han generado, consistencia y sostenibilidad en la estrategia, estabilidad en el equipo, una correcta alineación de intereses, estructuras jurídicas de la inversión, implicaciones fiscales…
A la hora de definir nuestro programa de inversión, es paso previo esencial decidir qué función cumple dentro de nuestra cartera. Habitualmente el objetivo es conseguir una rentabilidad por encima de la que ofrece la bolsa, pero limitando el riesgo asumido. Esto exige un elevado nivel de diversificación, y que tenga un peso relevante en la cartera para que pueda impactar en la rentabilidad global de la misma. El PE por su naturaleza tiende a invertir en los sectores más dinámicos de la economía, en los que participan muchas compaíñas no cotizadas. PE puede ser una forma de acceder a estos sectores y compaíñas, aumentando así la diversificación de la cartera.
En función de lo anterior podremos diseñar el tamaño objetivo de nuestra inversión y la forma en que queremos acceder a invertir en PE. Podemos invertir de tres formas distintas o combinaciones de las mismas:
– Inversión directa en compaíñas. Quizá la forma más intensiva en recursos no financieros ya que requiere un equipo humano extenso y especializado capaz de originar, gestionar y desinvertir en compaíñas.
– Inversión en fondos de inversión directa. Requiere una capacidad de identificación y selección de gestores significativa.
– A través de fondos de fondos. Así conseguimos la mayor diversificación posible con el menor uso de recursos. Una única inversión en un fondo de fondos nos puede dar acceso a más de 20-30 gestores y más de 300 compaíñas, cifras difíciles de alcanzar por cualquiera de las vías anteriores.
Debemos tener muy claro que cada una de estas alternativas tiene un perfil riesgo/retorno muy distinta: en la medida que conseguimos mayor diversificación nuestro riesgo de pérdida de capital prácticamente se elimina, pero manteniendo un atractivo diferencial de rentabilidad sobre otros activos. Datos de mercado demuestran cómo invirtiendo en compaíñas se pueden alcanzar rentabilidades muy elevadas e incluso por encima de 5 veces el capital invertido, pero hay más de un 30% de probabilidad de perder capital. En el extremo opuesto están los fondos de fondos donde es habitual conseguir rentabilidades próximas a 2 veces el capital invertido pero probabilidad prácticamente nula de pérdida del capital. En una situación intermedia está la inversión en fondos directos.
Sea cual sea nuestra decisión debe haber ciertos elementos comunes en nuestro programa de inversión:
– Consistencia y recurrencia en la inversión. El activo aunque menos volátil, no es inmune a los ciclos. Por tanto, debemos intentar evitar entrar y salir de este mercado y seguir un programa de inversión recurrente que nos permita tener exposición a las distintas “cosechas”
– Selección. Obviamente la diversificación “per se” no garantiza buenas rentabilidades salvo que vaya acompañada
de una buena selección. La dispersión de rentabilidades en función de la calidad de nuestra selección es mucho mayor que en cualquier otro “Asset Class”
– Eficiencia en el uso de recursos. Por la forma en que funcionan los fondos de PE hay una gran diferencia entre los compromisos de inversión asumidos y el capital efectivamente invertido. No es inusual que el capital efectivamente invertido a lo largo de la vida de un programa de PE sea sólo del orden del 50% comprometido, y no olvidemos que es sólo este último el que produce rentabilidades, mientras que el segundo no deja de ser un mero apunte contable.
En conclusión los fondos de fondos son una manera óptima para construir, al menos la base, de un programa de PE. Podemos de esta manera acceder a las ventajas del activo con mucha más sencillez, menor uso de recursos de nuestra organización y con un perfil riego/retorno imbatible. El conocimiento acumulado especializado de los fondos de fondos y su recurrencia en la inversión le permite una adecuada selección de gestores y además un mejor acceso a los mejores. No debemos perder de vista que en un entorno global de enorme liquidez, en el que las asignaciones a PE están aumentando, acceder a los fondos de los mejores gestores puede ser tarea imposible.
El fondo de fondos, en la medida que sea capaz de ofrecer información de calidad y un buen servicio a sus partícipes es además una excelente vía para conocer mejor el PE y ganar confianza en el ‘Asset Class’.